Dignidad

 

Esta semana me ha pasado algo tan vergonzoso que todavía no creo mis propias palabras.

Se pone en contacto conmigo la Clínica San Miguel, llevada por las Hermanas hospitalarias y que por cierto manejan dinero público a través de la Red de Rehabilitación Psicosocial de Madrid.

Me piden participar en el aniversario de su fundador como experta en primera persona.

Les pregunto el presupuesto y me dicen que son 50 euros, que ya me parece una cantidad irrisoria. Pero a pesar de ello y motivada por los pacientes les digo que 50 euros netos, sumado al irpf que son 3,50 euros.

Me dicen que no, que cobraré un recibí como un donativo.

¿Donativo? Yo no voy a recibir ningún donativo de ninguna institución, yo cobro por mi trabajo, soy autónoma y hago facturas de mi trabajo.

Pero al final es el valor que le dan a la formación en primera persona, y yo tengo más dignidad que todo eso, mi trabajo tiene un valor, y yo unos principios.

Si quieren quedar bien en su programa trayendo a una activista y este es el trato que recibimos, no voy a ser yo la que blanquee su conciencia.

Son absolutamente cutres, la culpa son 3,50 euros, o a lo mejor es que no puedo cobrar una factura, total soy una enferma mental y bastante que me invitan.

Si este es el trato que yo recibo como activista, no quiero imaginar el trato que reciben los pacientes, bueno sí puedo.

Señores de la Clínica San Miguel soy una profesional muy reconocida, y ustedes se han retratado pero bien.

Las personas con problemas de salud mental que somos expertos por experiencia somos profesionales, seguro que jamás lo harían con cualquier otro profesional.

Deberían avergonzarse de esta clase de comportamientos y reflexionar mucho sobre su trabajo y su forma de atender a ciudadanos de pleno derecho, no estamos por debajo de nadie.