El castillo de naipes de la Psiquiatría biologicista, la causa de sus ataques en redes sociales

 

 


 En este día tan significativo, día de los inocentes, me lanzo a escribir este post, después de que ayer una compañera me enseñara la última de las agresiones que he recibido en Linkedin. Como siempre ha sido por parte de un psiquiatra con bastante poder perteneciente a la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental.

Un psiquiatra que es Catedrático de Psiquiatría, que ha sido presidente de la SEPSM y que está casado con la actual Presidenta de dicha asociación, todo queda en casa...


Esta última agresión se une a otras veinte anteriores, puesto que este señor, por ser educada, lleva un año con la misma actitud y las mismas acciones, y ha decidido que soy el blanco de sus frustraciones y sus impotencias.

Pero mi post, intenta ir un poco más allá de lo personal, que como sabemos es siempre político, Los ataques que recibo no son por quién soy ni por lo que hago, sino por lo que represento dentro del activismo por los Derechos Humanos en salud mental.

Este último ataque ridiculiza mi alta en Psiquiatría, quizás lo hace porque no sabe muy bien qué es la recuperación en salud mental, o quizás porque no sabe lo que es un alta de una persona que ha recorrido un camino con un buen profesional, y que no ha caído en el yugo de la enfermo-mentalización ni en la medicación para toda la vida, que son sus fórmulas magistrales.

Lo que resulta altamente curioso son las obsesiones que tiene con los "carguitos", me resulta muy sorprendente por parte de un hombre que tiene varios y no pequeños, y con el Comisionado de Salud Mental.

Son dos temas recurrentes en sus mensajes, que casi tienen un carácter obsesivo, la verdad. A lo mejor son sus ansias de poder, y de no ser él (menos mal) el que esté en ese lugar de hacer políticas de salud mental ajustadas a los tiempos que corren y a la sociedad en la que vivimos.  Políticas que se adecúen a la legislación europea y a la Convención de Derechos Humanos de personas con discapacidad. 

Yo, humildemente colaboro, al igual que muchas otras personas y entidades, aportando mi experiencia y mis conocimientos. Para mí no son tan importantes los carguitos (que no tengo), como para él, sino que lo que es verdaderamente importante es construir entre todas un sistema que cuide, que no dañe y que respete derechos fundamentales, con eso me bastaría, la verdad.

Cuando has atravesados procesos de violencias y de sufrimiento psicosocial como los que yo he atravesado, lo que realmente te importa es que el Sistema cambie, te importan mucho más las personas,  los que vienen y el trato que reciban, que las cuotas de poder . El poder es algo muy adictivo para algunos, sobre todo para los que dañan ejerciéndolo, pero no es mi caso.

Me parece también muy curioso que me considere la "superviviente de la Psiquiatría". cómo si la historia de la Psiquiatría no estuviera plagada de movimientos de ex-pacientes y supervivientes de esta rama de la medicina. Él, que una y otra vez me acusa de ser una "ignorante" no debe conocer todas estas asociaciones que empiezan a surgir en los años 60 y 70, al hilo de movimientos de derechos civiles en Estados Unidos y otros países europeos, en paralelo. 

Muchas de nosotras, somos supervivientes de algunas prácticas psiquiátricas que muy lejos de ayudarnos nos han puesto en peligro. Y también somos supervivientes de violencias y de adversidades.

El lenguaje también es político,  puesto que somos sujetos de derechos y sujetos políticos, y no es lo mismo considerarte superviviente, fruto de tus experiencias vitales, que un "enfermo mental", donde otros te colocan etiquetas y te convierten en un objeto al que controlar y manejar. Seguramente a Carrasco le gustaría mucho más verme en esa posición, pero allí no me va a encontrar, tampoco en su barro de descalificaciones.

Una cosa importante y por la que ejerce este acoso sobre mí es que le conviene demonizarme, hablar de "paciente peligrosa", o ridiculizarme, e infantilizarme para tratar de anular mis argumentos, y seguramente en algunos espacios ultras en los que se muevan lo conseguirá, pero al final la realidad caerá por su peso.

Soy una persona, una de muchas, que tiene sus objetivos claros: el cese de todas las violencias y abusos de poder en los espacios que deberían estar pensados para los cuidados. Una activista que lucha porque se cumpla en España la Convención de Derechos Humanos de Personas con discapacidad, que creo que tendría que ser un objetivo compartido por todos aquellos profesionales de la salud mental, y donde las personas con diagnósticos de la Psiquiatría tengamos los mismos derechos que el resto de los ciudadanos.

Ahora, conviene hacer un análisis que implique más capas, porque este psiquiatra ultra y con poco control sobre sus impulsos, especialmente con sus mensajes a las 3 de la mañana, representa al discurso de la SEPSM y a todos los intereses que están en juego.

Detrás de estas descalificaciones permanentes, se ocultan las deficiencias de un modelo biologicista sin ninguna evidencia científica y que representa a los determinantes comerciales de la salud mental, que no son algo pequeño.

Sólo hace falta estar informado, leer a psiquiatras como Johana Moncrieft, Sami Timimi o psicólogos como John Read para saber que el modelo del desequilibrio bioquímico nunca ha sido demostrado y sí desmontado por investigaciones, estas sí científicas.



Cualquier persona que se acerque a este post puede leer Libros como "Hablando claro" o "El mito de los antidepresivos" de Moncrieft y comprobar por sí misma cómo el sustento de este modelo está soportado en un humo que ha sido sostenido por las inyecciones millonarias de la industria farmacéutica. 

Los psiquiatras que aceptan las prevendas de la industria está claro que siempre defenderán un modelo que les reporta interesantes beneficios económicos, es natural (aunque no ético) que defiendan su modelo de negocio.

Es cierto que han ganado el relato social, no es fácil combatir relatos  financiados por grandes empresas de un lobby tan poderoso como el farmacéutico,  cuyas cuentas de resultados son más altas que los de la industria armamentística. Pero seguiremos haciéndolo con mucha pedagogía y esfuerzo, poniendo el cuerpo si hace falta.

Y hay que aclarar que poner esto encima de la mesa, no es negar el sufrimiento que tienen las personas, es que necesitamos conocimiento veraz y sobre todo que sea útil para la gente.

Decir que no creemos en la "enfermedad mental" no es negar que hay gente que sufre mucho, es negar un constructo que se ha colocado como fórmula de control social y que no aporta nada más que dolor y segregación. Un constructo que ignora las causas del dolor psíquico y que desdibuja los contextos de vida de las personas en los que se ha originado el sufrimiento.

Es un modelo que obtura preguntas sobre qué es lo que le ha pasado a la gente, que desconoce que los síntomas son defensas frente a la adversidad, y que los síntomas  de las personas a las que les colocan etiquetas de "trastorno mental grave" provienen de los mismos lugares que aquellas personas que tiene otros padecimientos menos disruptivos como la ansiedad o la depresión. 

La ansiedad o la depresión son respuestas frente a la adversidad, igual que lo son los delirios o la escucha de voces, solamente que estos últimos puede que necesiten más acompañamiento y sostén social en algunos casos, pero nunca estigmatización o señalamiento.

A la gente no le caen rayos en la cabeza (o enfermedades mentales en la lotería), la gente sufre y las causas de su sufrimiento está en sus vidas. Los seres humanos estamos todos hechos de la misma pasta, estamos atravesados por el dolor, por la desgarradura de la que hablaba Pizarnik, aunque unos más que otros.

También si te acercas a leer literatura científica sobre psicofármacos se ven sus limitaciones y el desconocimiento en profundidad de sus mecanismos de funcionamiento, y esto no es negar que a algunas personas les sirven y alivien su sufrimiento, pero sí es negar que las sustancias psicoactivas curen nada.

Por eso luchamos por un modelo de psicofarmacos centrados en el alivio del síntoma y no en el de la enfermedad (que a día de hoy no tiene correlato científico). Si a una persona le sirve un fármaco, y quiere tomarlo, siempre con consentimiento informado, adelante

Luchamos por un acompañamiento integral, que respete la capacidad de agencia de las personas y que lejos de apostar por recetas universales, se centre en lo que le alivia a cada sujeto, que se acompañen procesos y vidas, con psicofármacos o sin ellos, respetando las decisiones de las personas sobre su salud.

Si has llegado hasta aquí verás que nosotras no estamos posicionadas en ninguna radicalidad más allá de apuntar a la raíz del dolor psíquico, y sí en un abordaje dentro de un contexto de derechos humanos irrenunciable.

La gente "peligrosa" no somos las personas que estamos en esta lucha, sino las que atan personas con correas, las que niegan tratamientos médicos por tener un diagnóstico, o las que quitan derechos  a ciudadanos, abusan de su posición de poder o nos deshumanizan diciendo que atan enfermedades y no personas.

Este señor ridiculiza los derechos humanos, y compara la orientación sexual de una persona con irse de "putas" en una intervención en la Asamblea de Madrid (hay vídeos sobre sus intervenciones), es un señor sin ninguna educación, pero no olvidemos qué es lo que está detrás de su pirotecnia de matón de patio de colegio: sostener su modelo de negocio que a día de hoy renta mucho.

Yo siempre  estaré al lado de los derechos humanos, siempre acompañaré a profesionales que quieren acercar sus prácticas a un modelo no coercitivo, estaré al lado de la psiquiatría democrática que la hay, y si el precio que tengo que pagar es un psiquiatra fuera de tono acosándome en redes lo haré, pero también tomando las medidas legales que sean necesarias. 

 

 

 

 

 

 

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