Bendita polarizacón, formaciones desde la coerción, estigma y privilegios

 

 



                                        Grupo de enfermeras en una formación para "atar mejor" en la Sanidad Pública.

 

Vivimos tiempos convulsos en salud mental, tiempos llenos de contradicciones y de falsos espejismos. Mientras la sociedad se complace en pensar que hemos avanzado mucho, que ya no hay casi estigma, porque se habla mucho de salud mental, se siguen vulnerando derechos, se sigue discriminando, se siguen cometiendo actos atroces contra nuestro colectivo, disfrazados de "actos sanitarios".

En muchos medios se habla de ruido, se nos habla de que hoy el mundo de la salud mental está muy polarizado, y nos lo venden cómo si fuera algo malo.

Parece que cuestionar el modelo biologicista, que, no tiene ni siquiera evidencia científica, ir contra el paradigma hegemónico, es polarizar, incluso hablan de que eso es ideologizar la salud mental. Cómo si el modelo biologicista no estuviera politizado, cómo si el modelo biologicista no tuviera una política detrás, la política de las cuotas de beneficios de la industria farmacéutica y de todos aquellos profesionales que sacan beneficios de esa turbia connivencia.

Si polarización es mostrar por fin que hay una Psiquiatría no toda, que hay voces disidentes dentro de la Psiquiatría, que, desde otros paradigmas teóricos, cuestionan un modelo profundamente iatrogénico, pues viva la polarización.

Me parece curioso que no llame la atención a la sociedad que aquellos que hablan de polarización e ideología, sean los mismos que se benefician de pagos de la farma-industria, siendo asesores científicos y obteniendo prevendas. 

Deberíamos preguntar a cada uno de los psiquiatras "de moda" que hablan de polarización e ideología, tanto desde discursos confrontativos, cómo desde discursos más cuquis y aparentemente progresistas, incluso en los medios de comunicación mass media,  cuáles son los pagos que han recibido de las empresas farmacéuticas. 

El modelo biologicista, ahora con el disfraz de modelo bio-psico-social, (una nomenclatura que sigue poniendo lo bio por delante de forma jerárquica) es un modelo fracasado, un modelo que ejerce daños y que cronifica a las personas, en un laberinto de sobremedicación, ausencia de acompañamiento real, basado en la coerción y en la verticalidad, sin contemplar a las personas cómo sujetos de derechos.

Bienvenida entonces la polarización, bienvenido el cuestionamiento y la proliferación de otras miradas y otros marcos, bienvenida la grieta abierta al discurso único.

Mientras parte de la sociedad está dormida en un sueño de autocomplacencia, nosotras seguimos luchando y denunciando, nos quedamos atónitas al enterarnos de la realización de formaciones financiadas con dinero público para "atar mejor" a las personas. Formaciones en las que mientras se habla de seguridad y de humanización, un grupo de enfermeras sonrientes se hace una foto junto a una cama con correas.Una cama con correas símbolo de la tortura por la que han pasado muchos compañeros, esas correas queprovocan pesadillas y traumas. Me pregunto qué hay en la cabeza de esas profesionales sanitarias para sacarse esa foto, creo que además de poca conciencia del daño que hacen, me parece que hay un normalización de la violencia, que a lo mejor les resultaría intolerable en otros contextos.

La consecuencia de no ver la contención mecánica cómo una tortura, tal y cómo reconoce la ONU desde el año 2013, de no verla cómo una práctica absolutamente intolerable son estas formaciones. La consecuancia de hablar de reducir la contención mecánica y no de desterrarla de los servicios públicos de salud porque es una vulneración de derechos, es que se cuelan estas formaciones cómo humanización. Significante manoseado dónde los haya.

 


A los pocos días de denunciar esta formación descubrimos en instagram el perfil de un "enfermero judoca" que imparte también formaciones en el SUMMA para sanitarios del 112. Formaciones para "defenderse" con llaves de judo y con violencia de personas absolutamente vulnerables.

En uno de sus vídeos dice frases cómo "si se pone tonto..." cogiendo a la persona, con la que hace la prueba, de la cabeza.


 

Nos preguntamos qué está haciendo el SUMMA impartiendo estas formaciones donde se promueve la violencia contra nuestro colectivo, y que realmente están muy cerca de la Disfobia, pero que lo que es seguro es que atentan contra nuestra dignidad y contra la Convención de Derechos Humanos de personas con discapacidad.

Luego asistimos a encuentros en los que se intenta hacer campaña contra el estigma hablando de nosotras en términos de "enfermos mentales", sin saber o conocer que si hay un concepto estigmatizante es el concepto de enfermedad mental.

Un constructo que se basa en el DSM-V, entre otros manuales,  y que es un libro sin referencias bibliográficas, financiado por la industria farmacéutica a través de sus asesores científicos. El sufrimiento existe, pero es un sufrimiento con causas psicosociales, hasta que no se hable de sufrimiento psicosocial se seguirá hablando desde una mirada estigmatizante.

La recuperación en salud mental y la lucha contra el estigma no se pueden hacer desde la "enfermomentalización", cómo lo nombra tan bien nuestro compañero Tomás López Corominas, se debe hacer desde un paradigma de derechos, de acompañamiento, y que no estén sostenidos en constructos que invaliden nuestros relatos y que ejerzan violencia sobre nosotras.  

No nos olvidemos que si hay una mirada estigmatizante de nuestro colectivo está dentro del sistema sanitario, los servicios de salud mental se vertebran desde el estigma, desde un paradigma de peligrosidad que no es cierto.

Las correas, los protocolos, la coerción, todo está pensado desde la mirada estigmatizante de control social sobre nosotras. Para acabar con el estigma hay que modificar todo este constructo e instalar un paradigma de cuidados reales, donde la coerción no se entienda cómo una forma de cuidados.

También asistimos a estas luchas cainitas dentro de la profesión de Psicología, vemos la indignación y el revuelo social porque psicólogos sanitarios no puedan estar en la Pública.

Los que defienden esta exclusión hablan de que las personas atendidas no van a tener seguridad, y la verdad es que los argumentos me dejan fría.

¿Acaso los profesionales PIR son formados en un paradigma de Derechos Humanos? ¿No hay muchos profesionales de la Psicología que se niegan a atender a personas con el diagnóstico de esquizofrenia en la Pública? ¿Atender una vez cada tres meses a los pacientes en la Pública es atender  la salud mental?

Conozco Psicólogos clínicos que ejercen un trato absolutamente vertical, compañeros que narran cómo se tienen que preparar mentalmente porque lo que hacen es regañarles, en lugar de acompañarles.

Conozco psicólogos generales sanitarios absolutamente respetuosos y que trabajan desde un paradigma de derechos.

El título de psicólogos clínicos no garantiza nuestra seguridad, ni muchísimo menos. No mientras no haya un modelo real de derechos, mientras no se abandone la verticalidad, mientras no cambie la formación, mientras no se incluya nuestro conocimiento situado en el conocimiento que se debe tener para acompañar.

Me hace pregunta cómo se soliviantan tantos profesionales por esta cuestión y cómo no lo hacen de la misma forma por la degradación de la atención, cómo no lo hacen del mismo modo por las vulneraciones de derechos humanos a las que se ve sometida nuestro colectivo. 

Me gustaría posicionamientos igual de contundentes contra la violencia que se ejerce en los servicios de salud mental, me gustaría una huelga de sanitarios para que no se nos ate, una huelga para decir que no se sigue trabajando con los tiempos de atención que también vulneran derechos.

Ir a un profesional de psicología de la Pública es igual de ruleta rusa que a un psicólogo general sanitario, decir que hay más garantías y más seguridad por ese título es faltar a la verdad que nuestro colectivo vive.

Creo que hay que hacer más reflexión y más autocrítica, pero creo que es difícil hacerla porque una de las cuestiones que siempre se cruza es la cuestión de los privilegios. 

Las luchas desde la falta de conciencia de los privilegios es una lucha ciega, una lucha que daña. Para acompañar el sufrimiento hay que tener mucha conciencia de los privilegios si no la tienes vas a dañar.

Ésta no es una lucha por los derechos de los pacientes, es una lucha desde los privilegios, y hay que tomar conciencia de esta dimensión. 

Y no lo digo porque esté a favor de la implantación del psicólogo en atención primaria, creo que sinceramente va a traer más patologización del malestar psicosocial, lo digo porque creo que los esfuerzos se deben poner en otros lugares.

La lucha está en cambiar un modelo de control y coerción por uno de cuidados, la lucha son los Derechos Humanos, la lucha es porque se garantice el respeto a la Convención De Derechos Humanos de personas con discapacidad en todos los servicios de salud mental.

Lo demás es absolutamente secundario, lo digo con todos mis respetos a tantos compañeros dentro y fuera de mi asociación: la AEN. Trabajáis para personas vulnerables y vulneradas, el foco está en otro lugar.

Creo firmemente en el cambio y por eso trabajo día a día, porque no solamente creo que se puede, también creo que se debe hacer.

Cada día me encuentro con profesionales más críticos, cada día me encuentro con más personas que quieren trabajar en otro modelo, cada formación que hago está planteada para ayudar a estos profesionales a incorporar herramientas en su día a día para democratizar su práctica. 

Celebro la polarización, celebro los cambios, celebro el Plan de Acción de Salud Mental cómo el comienzo de un camino, cómo el principio del fin de todas las prácticas que dañan y que retraumatizan a tantas personas.


 

 

 

Comentarios

  1. Hola, soy Sergi March y me dedico a divulgar sobre los trastornos disociativos, en especial el Trastorno de Identidad Disociativo (TID). Estas condiciones se caracterizan por una desconexión entre pensamientos, recuerdos, emociones, percepción del entorno, conducta e identidad, y suelen originarse en la infancia como respuesta a situaciones traumáticas intensas como el abuso sexual, el maltrato continuado o la violencia familiar.


    Como persona que convive con TID, comparto mi experiencia a través de charlas, talleres y participaciones en medios, con el propósito de fomentar la comprensión y la empatía hacia quienes vivimos con estos trastornos. Si te interesa el tema o crees que mi aportación puede ser útil, estaré encantado de colaborar.

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