Familia elegida


 Esta noche después de un día intenso de trabajo y de ritmo frenético quería hablar de esas redes que son fundamentales en mi vida y que hoy me hacen ser en parte la persona que soy.

Esos hilos  tejidos con tanto amor, que a veces por momentos son capaces de cicatrizar las heridas más difíciles.

Hablo de esos vínculos que te regala la vida, esa familia elegida que son los amigos.

Quiero hoy hablaros de tres personas especiales para mí.

Empezaré por mi amiga Marga, esa persona que me rescata y me sostiene, que me cuida como nunca me han cuidado, con amor y ternura.

Podría decir tantas cosas de ella, podría hablar de su generosidad y su sentido de la justicia, de esa forma que tiene de estar en el mundo que lo impregna todo con su cuidado del otro y su solidaridad. 

Me siento tan afortunada de tenerla cerca, es de esas personas que hacen el mundo mejor, que todo lo que tocan lo transforman para bien.

Me ha aliviado en momentos bien complicados, ella sabe que decirme y que hacer en cada momento, sabe darme su mano para que mi caminar por este mundo sea menos difícil. Sabe acompañarme cuando estoy perdida y sabe estar conmigo,  a mi lado  sin juzgarme.

Me mira con esos ojos bondadosos que me hacen ser otra, se enfada cuando otros me maltratan y se llena de rabia por el dolor que he recibido desde que nací.

Cuando tengo un mal día por las circunstancias difíciles que tengo, me recuerda quién soy, me llena de afecto y de cariño, me abre las puertas de su refugio y allí arropada por su calor descanso y tomo fuerzas para seguir batallando con las vicisitudes de mi vida.

Es tan agradable y pacificador sentirse cuidada nunca supe qué era hasta hace bien poco.

Se preocupa por si duermo, cuida mi imagen, y me protege hasta de mí misma. Su casa es un oasis en medio del desierto.

Dice que soy la persona más valiente que conoce, yo no me siento así, pero me dejó guiar por ella.  Es sentir un manto protector que me resguarda 


Y luego están mis queridos Mar y Jesús, que me guían en este mundo difícil cuando a veces me siento perdida, que me despiertan cuando la oscuridad me adormece, que son esos cómplices maravillosos que me hacen crecer.

Siempre que aparece la tiniebla pienso en Mar y en sus palabras: camina hacia la luz Silvia, resiste, busca lo luminoso que hay dentro de tí.

En lo de escribir le hago un poco menos caso, pero cada día más.

Cada alegría de mi vida profesional la quiero compartir con ellos, porque me han puesto muchos peldaños para pasito a pasito encontrar mi camino.

Con Jesús comparto chistes y risas, trabajo, y muchos Jaleos. Cuando la vida me angustia con sus trámites retorcidos, es mi maestro que me enseña a no rendirme y a afrontar lo difícil que él hace tan fácil porque es un maestro de los buenos.

Son mis compañeros que me iluminan, que me descubren libros fabulosos, y me ayudan a pensar, con ellos nunca dejó de aprender, de sus reflexiones y de su mirada del mundo.

No habría palabras para decir todo lo que me han enseñado, también esa honestidad y esa rebeldía para denunciar lo injusto, para alzar la voz cuando uno no puedo mantenerse imparcial sin ser cómplice.

Mi voz es mucho más poderosa por tenerlos cerca.

Ellos, los tres, son mi familia, esa elegida, y no puedo sentirme más afortunada.

No tengo que ser otra con ellos, puedo ser yo, sin esconder nada, sin avergonzarme de nada.

Sé que porto una herida incurable, que a veces se despierta y me daña.

Pero tener esta familia  hace que mi desgarradura sea más cicatriz y me duela menos.

Pocas personas tienen a su lado tanta belleza, la belleza de la dignidad que me dan mis buenos vinculos y que me dan la fuerza para afrontar mi fragilidad.

Una vida dura sí pero llena de fortuna y de gratitud también. Y la gratitud es uno de los afectos más pacificadores 


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