El Psicoanálisis un gran camino de recuperación: un homenaje a mi psicoanalista.

 

El otro día me hicieron una entrevista y me dijeron que tenían la sensación de que no nombraba mucho a mi psicoanalista, creo que en muchas ocasiones la he nombrado con mucho orgullo pero hoy la quiero dedicar este post.
Mi psicoanalista es Amanda Goya, es la persona que ha luchado de forma incansable para que yo encuentre mi lugar en el mundo, para que yo pueda consentir con estar en este mundo tan hostil desde mi singularidad.
Es una persona valiente y que hace propio aquel empuje de Lacan de no retorceder ante la psicosis.
Ella no retrocede nunca y su potente deseo de analista me ha dado la fuerza para plantar cara a la batalla continua que es mi vida.
Amanda me enseña cada día con su posición que no hay determinismo, que lo que yo pueda o decida ser sólo depende de mí y de mi deseo.
Me enseña que nadie tiene una bola de cristal para saber a dónde puedo llegar porque mi psicosis no me frena, no soy menos, ni tengo ningún déficit, ni estoy condenada de por vida.
También me acompaña para que pueda aceptar mis heridas, mis agujeros, para que pueda aprender a batallar con ellos, pero siempre señalando la injusticia que es lo que yo padezco.
En cada sesión me llena de dignidad, me demuestra en cada acto analítico su posición inquebrantable porque ella está de mi lado.
Estar de mi lado no significa darme la razón en todo, significa que está del lado de mi bienestar y de mi dignidad, que lucha conmigo contra las injusticias que padezco. Que no muestra una neutralidad dolorosa sino que milita por hacer nacer el sujeto de pleno derecho que habita en mí y que a veces pierdo.
Ella no me empuja a adaptarme a un mundo injusto, me ayuda a construir mi lugar propio, me da paredes para que no esté tan a la intemperie, me dice todo el tiempo que no tengo que ser como los demás y que me permita hacer las cosas a mi manera, con la fórmula posible y amable para mí.
Pero el trabajo que hacemos es arduo, requiere de una analista como ella, con mucha fuerza, que sostenga en momentos de catastrofe, que los hay, que no desfallezca, que resista a pesar de los embates de la estructura, que alumbre algo de luz en momentos de tinieblas.
En momentos de crisis siempre pienso en esas palabras que me dice "de peores hemos salido Silvia", y eso me fortalece y me hace salir del peor de los agujeros.
Amanda es capaz también de reconocer sus errores, y tiene siempre humildad para aprender de lo que yo la puedo enseñar siendo capaz de nombrarme como su maestra de psicosis.
Hay personas que me dicen que yo estoy muy bien y que parezco psicótica pero poco porque parezco muy normal. Esas personas no saben de dónde vengo, del infierno, porque cuando yo llegué a su consulta en el año 93 era una persona destruida que vagaba por el mundo perdida y abocada al suicidio.
Hoy siento orgullo de quién soy y una profunda gratitud hacia ella, la vida me reservó un terrible lugar pero tener a mi lado a Amanda Goya ha equilibrado la balanza y hoy siento que soy muy afortunada.
Ser psicoanalista es una profesión imposible, pero ojalá todos los psicoanalistas y profesionales de salud mental se parecieran un poco a ella.
No es nada fácil, desde ya lo advierto, requiere de un análisis personal muy riguroso, de una posición ética inquebrantable, de un estudio continuo y laborioso, y de saber en su dimensión profunda lo que implica la verdad del inconsciente.
Gracias querida Amanda, me has hecho nacer como sujeto de pleno derecho y has cambiado mi destino, ahora me toca a mí intentar cambiar algo del mundo de la salud mental gracias a la oprtunidad que me has dado.

 

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