Lo que dicen las personas con problemas de salud mental en mis clubs de lectura

 

Hoy quiero compartir con vosotros algunas de las cosas que dicen las personas con problemas de salud mental que participan en mis clubs de lectura.
Quiero visibilizar estos testimonios no solamente para darles voz a través de este espacio, sino también para crear conciencia, para que conozcáis la realidad que vivimos y que mañana os puede tocar a vosotros, porque nadie está libre de padecer un problema de salud mental.

Cuando terminéis de leer estas líneas espero que penséis que este sistema que tenemos de atención al sufrimiento psíquico necesita un profundo proceso de transformación en el camino de la humanización, que este tratamiento del dolor humano  no es adecuado, ni ético, ni admisible. 

Crear espacios para dar voz a las personas produce el efecto de encontrarnos con sujetos que se expresan libremente porque no se sienten juzgados y de esta forma nos invitan a conocer su verdad, a veces confrontándonos con una realidad dolorosa que nos gustaría que no fuera tan real.

Debo reconocer que a veces salgo de estos encuentros con ira, de pensar como una y otra vez las personas con problemas de salud mental son víctimas de abusos de poder, malos tratos y coerción de manos de las  instituciones y personas que deberían cuidarles.

Es mucha la tristeza que portan, la rabia y a veces el resintimiento pues esta violencia que sufren se muestra como una forma de reavivar los traumas y las heridas que ya la vida les había inflingido.

Son muchas las ocasiones en las que los participantes de mis encuentros hablan de las heridas que la Psiquiatría les ha provocado, escucharles y dar un lugar a estas experiencias es una parte importante de mi trabajo.

Muchas veces la lectura nos lleva a poner en palabras estos traumas, porque el sufrimiento no viene solamente de nuestras dificultades sino que en muchas ocasiones viene  de las barreras sociales y de cómo nuestra sociedad segrega, estigmatiza y maltrata a quienes se muestran diferentes. 

Hay libros que nos llevan inevitablemente a estas reflexiones y es realmente muy preocupante el gran número de personas que han pasado por situaciones dificiles, como contenciones mecánicas o chantajes en los ingresos hospitalarios.

Una contención mecánica es un eufemismo que se utiliza para referirse a la situación de ser atado de pies, manos y cintura en una cama de un hospital.

Ayer mismo una persona me relataba la forma en que vivió esta experiencia, nos contaba que una noche no podía dormir y se acercó a enfermería a pedir que le dieran un fármaco para poder conciliar el sueño y descansar. Pidió ayuda expresando un malestar, pero el enfermero de turno le dijo que no estaba en su pauta de medicación y su respuesta fue atarla. Se preguntaba por qué la única solución que le ofrecieron fue esta violencia, por qué nadie llamó al médico de guardia para saber si le podían dar algo más para dormir. Y si no podía ser la solución farmacológica por qué nadie la escuchó ni trató de aliviar su malestar con palabras. Su pregunta iba más allá "¿Por qué nos tratan como si no fueramos personas? ¿Por qué nos tratan como si fueramos animales?" Nos decía "no somos malos, sólo tenemos un problema, pero no merecemos que nos traten así".

Lamentablemente esto no es una excepción, es mucho más habitual de lo que pensamos, gran cantidad de pacientes han pasado por estas experiencias y es algo muy grave.

La semana pasada, al hilo de una lectura de otro de mis clubs, otro participante me decía que el libro le había llevado a recordar una herida muy profunda que tenía, le había recordado a uno de sus ingresos en el que se había sentido muy mal. Había sufrido chantajes y amenazas en el hospital, para que se tomase la medicación le decían una y otra vez que si no se la tomaba "tendrían que acabar aplicándole electroshock". Hablaba del miedo que sintió y cómo el peso de esa amenaza pesaba sobre sus hombros.

El "electroshok" hoy llamado con el eufemismo TEC (Terapia electroconvulsiva) es una forma de "tratamiento" que implica aplicar corriente eléctrica en nuestro cerebro, partiendo del supuesto de que nuestro cerebro se pudiese formatear como un ordenador. El movimiento en primera persona lucha porque esto que calificamos de tortura sea eliminado de los tratamientos psiquiátricos, algo que se hace en una mayoría de casos sin el consentimiento de las personas involucradas y que causa mucho sufrimiento a quien lo padece. El electroshok representa el fracaso de nuestra humanidad, el fracaso de la palabra, de intentar entender el dolor de los otros y sustituir esa falta de entendimiento por una forma de violencia.

Cualquiera puede intuir el miedo y la coerción que puede sentir una persona con esto, si fuera realmente un tratamiento no lo convertirían en una amenaza para chantajear a los pacientes.

Otro de mis compañeros se quejaba en otro encuentro del malestar que le producía el exceso de medicación psiquiátrica cuando había estado ingresado, algunas personas relataron al hilo de esto cómo después de salir de un ingreso y por el efecto de los fármacos habían olvidado hasta cómo abrocharse la camisa.

Leyendo el libro "Rosa caramelo" de Adela Turín, ilustrado por Nella Bosnia y editado por Kalandraka salieron cuestiones muy interesantes.

Este libro nos cuenta la historia de un lugar donde las elefantas tienen que ser rosas y tener los ojos grandes. Para ello crecen en un jardín vallado, se visten de rosa y tienen que comer unas flores llamadas anemonas y peonias. No porque estas flores fueran muy aconsejables, sino porque hacían que las elefantas tuvieran la piel rosada.

Pero una elefanta, Margarita,  no se vuelve rosa y un día demostrará al resto de las elefantas el camino de la libertad.

Esta lectura nos llevó a territorios muy profundos, hablamos de cómo la sociedad nos marca la senda, del imperativo social que nos dice qué debemos hacer y por dónde debemos ir. También hablamos de cómo se penaliza a las personas que son diferentes.

Uno de los compañeros hizo una metáfora muy interesante y nos dijo que esas flores, las anemonas y las peonias, podrían equivaler a la medicación psiquiátrica, que es lo que debemos tomar para que la sociedad nos acepte porque si no la tomamos no nos dejan estar en ella.

Me parece una metáfora muy poderosa y expresa un malestar muy profundo que tiene que ver con el estigma, y con la forma en que se sanciona a las personas que se comportan de una manera diferente.

Hablamos de la medicación también como una forma de control social y de este exceso en los tratamientos farmacológicos como una forma de violencia.

Creo que en estas pequeñas pinceladas os he podido traer algo de su malestar, para volver a intentar acercar nuestros mundos, como un pequeño grito para denunciar las injusticias pero también como un intento de haceros conscientes de lo crueles que son algunas prácticas psiquiátricas.

La literatura no puede cambiar esta realidad, pero sí que nos permite ponerla en cuestión y sobre todo nos da la oportunidad de tomar la palabra y de expresar nuestro dolor, para tomar fuerzas y que algún día podamos luchar por cambiarla.


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