Transformar el Sistema de Salud Mental desde la ternura

 


Llevo preguntándome unos días si escribir o no este post. Mi corazón estaba dividido, pues estoy sintiendo muy dentro la tragedia de la DANA que está viviendo la gente bonita de Valencia, que es sin duda mi gente. 

Pero, hoy, creo que esto que está ocurriendo me da más razones para escribirlo, para seguir pensando en cómo queremos afrontar la injusticia y el dolor inmenso que están yendo de la mano, como casi siempre.

En este post, quiero hablar de una formación que acabo de impartir en Tenerife para profesionales de salud mental, pero también de cómo abordar los cambios en el Sistema, sabiendo que partimos de tanto daño, de tantas vulneraciones de derechos, de tanto dolor.

Creo que esta formación en la que yo trato de enseñar como acompañar los procesos de sufrimiento psicóticos de una forma respetuosa con las personas que transitan por ellos, y que voy llevando a diferentes lugares, esta vez me ha dejado una huella inmensa, a mí también.

Siempre he tenido experiencias gratificantes y buenos encuentros, pero esta vez ha sido particularmente hermosa para mí.

Me he encontrado con un grupo de profesionales muy bonito, personas que trabajan tratando de dar unos cuidados dignos a las personas que quieren acompañar y a la vez conscientes de la coerción que a día de hoy implica su rol, personas de diferentes ámbitos profesionales y formaciones diversas. Había psiquiatras, psicólogos, enfermeras, terapeutas ocupacionales, auxiliares y  profesionales en formación.

Pero allí no había diferencias, eramos un grupo de personas que guiados por mi conocimiento situado y por mi narrativa, reflexionábamos juntos, intercambiábamos experiencias, buscábamos soluciones y también compartíamos daños. 

El curso ha ido tejiendo un manto, con diferentes hilos, en este manto se entrecruzaban las luces y las sombras, pero quiero pensar que nos ha enseñado a todos la dificultad de tejer con tanta diversidad, con tanta hostilidad, la complejidad de deshacer la madeja para que el resultado no sea tosco, sino más amable para aquellos que sufren.

No he tenido que convencer a nadie de que el marco de los derechos humanos es imprescindible e incuestionable para poder acompañar de una forma auténtica a aquellos que están atravesando el túnel que implica el sufrimiento psíquico.

Había conciencia profesional, pero también se han hecho muy visibles las barreras del sistema, de algunas creencias, de ciertas culturas profesionales en los servicios y de cómo el estigma es una mancha de petroleo que lo va impregnando todo, y contaminando de miedos sesgados y de daño a todo un sistema que está concebido desde ahí.

En mis cursos me expongo, me expongo con el fin de que las cosas se puedan comprender de manera diferente, hablo de momentos muy difíciles para mí, pero desde la calma, porque ya los sané y los atravesé, no me duelen cuando los nombro, muestro mis cicatrices que como decía Piedad Bonett son las costuras de la memoria.

Nunca había tenido un grupo qué me hubiera preguntado tanto sobre esas experiencias y sobre qué hubiera necesitado en ese momento para poder estar mejor en ellas y para poder transitarlas sin sufrir tanto. He sentido que con este grupo había un diálogo distinto, puesto que conocían de alguna forma la lengua del dolor psíquico.

Y desde ahí hemos llegado a lugares muy profundos, a preguntas paras las que tendremos que construir las respuestas, que sin duda tendremos que contestar juntas, desde lo que queremos que sea el modelo en Salud Mental y desde lo que sabemos que no queremos.

Me he venido con esta pregunta y creo que tengo mi respuesta: ¿Cómo abordar la transformación del Sistema de Salud Mental? 

Mi respuesta, que no certeza, no es abordarlo desde la violencia, puesto que bastante ya la sufrimos todos los que estamos en él, la violencia forma parte de nuestras vidas puesto que además tenemos un sistema social muy violento y hostil.

Mi respuesta es abordarlo desde la ternura, con esto me he venido de Tenerife, aunque creo que es lo que llevo haciendo mucho tiempo ya, pero nunca lo había nombrado así. Ternura y tierno que si escuchamos a la etimología tienen que ver con algo blando, delicado, sensible y cariñoso.

Mi trabajo es llegar a un lugar, que tengo muy claro, la supresión de todo tipo de violencia en el acompañamiento en salud mental y cómo construir otra forma que permita recuperarse a las personas, pero hay que decidir cómo y desde dónde llegar ahí.

Mi trabajo no es solamente hablar de mis experiencias sino establecer un diálogo, un espacio seguro y acompañar también los daños que los profesionales sanitarios traen, porque cuando caminamos juntos y nos escuchamos, nos damos cuenta de que el dolor nos atraviesa a todos, aunque de forma diferente.

Cuando somos personas que hablan de sus daños, podemos reparar, podemos ratificarnos en nuestros principios, podemos dejar de dudar frente al aplastamiento del sistema, podemos dejar de defendernos y de ver al otro, como alguien ajeno, podemos enfadarnos con los contextos que nos han violentado, y podemos transformarnos y transformar, porque entre todos construimos y ahora sabemos con más seguridad que la legitimidad está de nuestro lado.

La violencia es daño, venga de donde venga y no voy a ser yo jamás quien la ejerza contra aquellos que están divididos, dañados, habitando sus contradicciones y siendo conscientes de ellas, bregando con dificultades a diario y queriendo ser mejores en su día a día, tratando de aprender, como me dijeron, de aquellos que sufren.

Yo estoy dispuesta a escuchar, a guiar, a acompañar, a dialogar, a cuidar, a enseñar, a todos aquellos profesionales que me sitúen como sujeto de derecho y como ciudadana que se ha tenido que confrontar desde tiempos muy tempranos con el dolor y la destrucción.

Los profesionales que se han inscrito a un curso para aprender de una narrativa en primera persona, ya están situados en un lugar de este camino, la buena noticia es que el curso se ha llenado y la esperanza también habita ahí.

Así que yo seguiré mi sendero tratando de generar cambios y redes con estas personas que voy encontrando y que cada día son más, y mi forma de trabajar con ellos es y será la ternura consciente.

El enfrentamiento, que desgraciadamente, también es necesario, lo dejo para cuestionar a aquellos que no me consideran un ser humano, que me consideran una enferma, que me denigran con sus comentarios, que no dejan de ejercer violencia sin ni siquiera plantearse que lo es y que piensan que tienen la certeza de que saben lo que es el sufrimiento mejor que las personas que lo sufren.

La confrontación es con un sector profesional muy concreto, con aquel que dice que "ata enfermedades y no personas", con aquellos que violentan con sus actos y palabras, con aquellos que habitan en la soberbia y en la ignorancia sin saberlo, y que nos atacan, ya sabemos que la violencia aparece cuando el discurso fracasa.

Con el resto de profesionales siempre trabajaré desde la ternura, porque la violencia no es mi respuesta, y porque creo profundamente que el amor es lo que nos salva, el amor a lo que hago y el amor como forma de transformación social y como antídoto frente a la violencia que genera tanto malestar en tantos lugares.




 


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Respuesta a la Presidenta de la SEPSM a su artículo lleno de bulos.

Jornada en el Ateneo: Salud Mental, contextos, determinantes sociales y nuevos dilemas.

La voz en primera persona en la presentación del Comisionado de Salud Mental