El dolor y la ira van de la mano

Todas las historias que nos han contado, todos los afectos que nos han impuesto socialmente no se corresponden siempre con nuestras historias ni con lo que sentimos legítimamente. No todas las familias tienen un buen comienzo, ni todos los hijos son amados, ni sostenidos con afecto. A veces no hay amor, ni lugar, y la vida tiene que surgir del odio porque no hay otra cosa. Simplemente una cruda realidad se impone y tienes que inventar algo con ella. Y no es cuestión de serotonina, ni de desequilibrios bioquímicos, es cuestión de daños irreparables, de dolores profundos, de heridas abiertas, de abandonos. No todos podemos amar a quienes nos trajeron al mundo, porque algunos fuimos arrojados al abismo del desamparo. Pero te da miedo asomarte a los afectos a los que esos daños te llevan, te da miedo reconocer la ira o el odio dentro de tí. Al principio porque se pone en juego tu supervivencia, pero más tarde te asusta la oscuridad que se desprende y luego cuando eres capaz de asumirl...